jueves, 19 de abril de 2012

Roma. 15 de agosto (tercer día)


El 15 de agosto era nuestro tercer día en Roma. Ese día llegaban mis tíos, así que nos íbamos a reunir con ellos para visitar la ciudad juntos. Como su hotel estaba cerca del Coliseo, decidimos no alejarnos mucho de la zona. Así pues, lo primero que fuimos a ver fue la Fontana di Trevi (al ser temprano, no había casi nadie). Cogimos el tren en Cornelia, como cada mañana, hasta Barberini -  Fontana Di Trevi. Teniendo en cuenta el largo recorrido que hicimos el día anterior, decidimos andar  lo menos posible jeje.














Después de ver la Fontana di Trevi, fuimos a la Piazza di Spagna (pero seguimos sin subir las escaleras).





















Para hacer tiempo hasta que mis tíos llegaran, fuimos a ver las Termas de Diocleciano. Cogimos el metro en Piazza di Spagna hasta Repubblica.

 La Piazza della Repubblica






































Cuando salíamos de las Termas de Diocleciano, nos llamaron mis tíos para decirnos que ya estaban en su hotel. Nosotras les dijimos que se fueran hacia el Coliseo, que allí les esperábamos. Así, tomamos el metro hasta el Coliseo.  La espera en el Coliseo fue corta. Al poco de llegar nosotras llegaron ellos. Como aún era pronto para comer, decidimos dar una vuelta para hacer tiempo y enseñarles un poquito de Roma. Subimos por la Via dei Fori Imperiali (ahí les contamos la anécdota de "nuestro amigo") y luego por la Via del Corso hasta llegar a la Fontana di Trevi, donde paramos a tomar algo, mientras hacíamos tiempo para ir a comer.

Después, nos dirigimos hacia la Via del Corso (dirección el Monumento a Víctor Manuel) para buscar algún sitio en el que comer. Paramos en un restaurante, cuyo nombre no recuerdo, en el cual tuvo lugar la anécdota del día. Nos sentaron en una mesa y pedimos nuestra comida. Yo, creo recordar, pedí pasta a la carbonara, mi madre pidió pollo al funghi o algo así. Lo que no recuerdo es que pidieron mis tíos. Nos sirvieron a todos bastante rápido, excepto a mi madre. Lo cierto es que nosotros habíamos comido (y como dice mi madre: habíamos hecho la digestión) y a ella aún no la servían. Estábamos un poco mosqueados y mi tío llamó al camarero para preguntarle qué pasaba con la comida de mi madre y el camarero decía:"ya viene, ya viene". Nostros ya empezamos con el cachondeito, diciéndole a mi madre que si el pollo se les había escapado de la cocina, que si no se dejaba cocinar, etc. Pasó un largo tiempo hasta que a mi madre le trajeron un plato en el que había tres filetes de pollo cocido y cuatro champiñones encima. Mi madre empezó a comer, pero no hacía más que decir que eso estaba asqueroso, que no tenía sabor, que se lo comía ya por comer, porque se le había quitado el apetito. En ese momento mi tío empezó a reirse y dijo: "Te han traído pollo a la despistato" jajajaja En ese momento empezamos a reirnos todos. Fue un momento muy divertido.

Cuando terminamos de comer mi tía dijo que se iba a echar la siesta al hotel porque le dolía la cabeza y que cuando se despertara nos llamaría para reunirnos. Así que nosotros (mi madre, mi tío y yo) nos fuimos a visitar el Coliseo (yo no me iba a ir de Roma sin verlo). Tras pagar nuestra entrada (que nos servía tabién para ver el Foro Romano) nos topamos con unas escaleras en las que se podía leer "scala rapita" (o algo así, no lo recuerdo muy bien). Cuando mi madre las vio casi le da algo. Medía cada escalón al menos medio metro, y después del palizón del día anterior andando, la verdad es que no estábamos para subir esas escaleras. Pero nos armamos de valor y las subimos. Al llegar al final, mi madre dijo: "rápida, rápida, ¡¡¡¡venga ya!!!!" Pero una vez que vimos el edificio por dentro nos olvidamos de las escaleras. Decir que el Coliseo por dentro es alucinante es quedarse corto. No sé el tiempo que estuvimos dando vueltas por allí, pero sacamos fotos de todas las piedras y desde todos los ángulos. Para mi era un sueño hecho realidad.











































Para salir del Coliseo fuimos en busca de un ascensor porque mi madre se negaba a bajar por las escaleras. Cuando vimos el ascensor, nos fijamos que había un cartel que rezaba que el ascensor era para el uso de personas mayores. Ella dijo: "yo soy una persona mayor y me duele la pierna" jaja. Así que bajamos en ascensor. Al salir del Coliseo, nos esperaba mi tía, que nos había llamado mientras estábamos en el Coliseo.
Les propuse ir a ver el Circo Massimo que estaba bastante cerca. Bajamos la Via di San Gregorio y lo que vimos al final de la calle nos dejó un poco de piedra, pues lo que hay en el Circo Massimo es lo siguiente:















Sólo se puede ver la forma de lo que fue.







Siguiendo por la Via del Circo Massimo, nos encontramos con la Boca della Veritá (pero no fuimos, aún no sé el motivo) y el Templo di Ercole Vincitore (Hércules Vencedor)























Dejando atrás el Templo di Ercole Vincitore y cruzando el Ponte Palatino, vimos la Isola Tiberina.







Continuamos por el Ponte Garibaldi, y nos adentramos en las calles de esa parte de la ciudad hasta que dimos con el Teatro Marcelo (lo vimos sin buscarlo).


 Fuimos por la Via del Teatro Marcelo hasta el Monumento de Víctor Manuel. Allí nos sentamos en unos bancos a descansar.





 No teníamos fuerzas para subir las escaleras para ver la estatua de Marco Aurelio........eso para el próximo viaje que hagamos a Roma



Mientras estábamos sentados contemplando a "nuestro amigo" pensamos que, ya que a nosotras nos quedaban dos días en Roma y teníamos que aprovecharlos, y como teníamos la entrada del Coliseo que valía para el Foro, podíamos visitarlo al día siguiente. Tras un rato sentados charlando frente al Monumento de Víctor Manuel, mi madre y yo nos fuimos al hotel en taxi.





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