El lunes era nuestro último día en Roma. Nuestro avión salía por la tarde, así que por la mañana aprovechamos para ver el Castel Sant'Angelo. Pero cuando llegamos allí, nos encontramos un precioso cartel que decía que los lunes estaba cerrado...............¡¡¡nuestro gozo en un pozo!!! Como no habíamos planeado ninguna otra cosa, fuimos a ver la Basílica de San Pedro. Tras recorrer media plaza, logramos entrar.
Tras ver la Basílica, dimos una vuelta por las tiendas que había cerca del Vaticano, para realizar las últimas compras. Después nos fuimos a tomar algo y vimos la enorme fila que se formaba para ver la Capilla Sixtina, por lo que descartamos ir a verla en este viaje. Como ya no nos quedaba mucho tiempo, fuimos a coger un taxi para que nos llevara de vuelta al hotel y comer en el bar que hay enfrente. Pero, ese día, estábamos gafadas, pues estaba cerrado, así que tuvimos que dar una vuelta para encontrar alguna tienda o algún otro bar en el que comprar algo para comer. Anduvimos un largo rato hasta que topamos con un bar, donde nos compramos unos bocadillos y unas botellas de agua. Después nos dirigimos al hotel. Allí estuvimos un largo rato esperando a que viniera el transporte que habíamos contratado para el traslado al aeropuerto.
Era el momento de despedirse de una ciudad tan maravillosa y mágica como Roma. Pero, volver, volveremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario