lunes, 7 de mayo de 2012

Lisboa 31 diciembre 2010

El día 31 de diciembre nos levantamos muy temprano: teníamos que aprovechar al máximo el día, pues sólo íbamos a estar un día en Lisboa. Desayunamos en el hotel y, cuando terminamos, nos pusimos en marcha, dándonos cuenta que estábamos poniendo las calles de Lisboa. ¡¡¡Aún era de noche!!! jaja

Como el hotel estaba muy bien situado, decidimos ir andando. Así que cogimos un mapa del hotel y nos pusimos en marcha. Lo primero que vimos fue la Praça Marquês de Pombal.






 Después continuamos por la Avenida de la Libertad. Es un paseo precioso que conecta la Plaza del Marqués de Pombal con la Plaza de los Restauradores.





(mi hermano con la Embajada de España y el Monumento a los Muertos en la Gran Guerra)






Continuando por la Avenida de la Libertad llegamos a la Plaza de los Restauradores.




Desde la Plaza de los Restauradores continuamos hacia la Plaza de Pedro IV. Entre ambas plazas se puede observar la Estación de Rossio.
(Estación de Rossio)



(El Castillo de San Jorge visto desde la Plaza de Pedro IV)

Desde la Plaza de Pedro IV continuamos por la Rua Augusta, la cual une la Plaza De Pedro IV con la del Comercio. Desde la Rua Augusta vimos el Elevador de Santa Justa, pero aún era muy temprano, así que estaba cerrado. Más tarde volveríamos, pero había demasiada gente, así que lo descartamos.



Mi madre tenía muchas ganas de tomar un café portugués para saber si estaba tan bueno como decían. Así que pasamos a un bar en la Rua Augusta y se pidieron (mis padres) un café. Mi madre dijo que era el mejor café que había tomado nunca.


Cuando llegamos a la Plaza del Comercio, la estaban preparando para un concierto de Fin de Año.








 (En el fondo, el Puente del 25 de abril)

(mi padre yendo hacia el Tajo/Tejo)

Para este viaje no nos habíamos preparado mucho, la verdad. Fue bastante rápido, así que íbamos poco informados. Si a eso le sumamos que era bastante pronto, no sabíamos muy bien qué hacer.  Así que, decidimos sobre la marcha ir a ver la Torre de Belem. Cogimos un taxi cerca del puerto. Éste nos llevó hasta la Praça do Imperio, al lado del Monasterio de los Jerónimos.





Desde allí fuimos andando hasta el Monumento a los Descubrimientos. Poco después de llegar, empezó a llover. ¡¡Menos mal que llevábamos capuchas!! Aun así tuvimos que resguardarnos de la lluvia.






Aunque el cielo estaba negro y parecía que no iba a terminar nunca la lluvia, de pronto salió el sol y apenas había nubes en el cielo.

Aprovechando que había salido el sol, fuimos hacia la Torre de Belem. Al llegar allí, mi hemarno y mi padre pasaron primero a la Torre. ¿La razón? Para que les sacaramos fotos con la cámara de vídeo que tiene más zoom.













Mi madre y yo, cansadas como estábamos de esperarles para darles a ellos la cámara de vídeo,  decidimos pasar y reunirnos con ellos dentro. Pero justo cuando entrábamos, ellos salían y no me di cuenta de darles la cámara de vídeo para que nos sacaran fotos cuando estuviéramos en la parte más alta de la Torre.





















(vistas desde la Torre de Belem)

Cuando salimos de la Torre (le dedicamos una hora larga) fuimos a tomarnos unos sándwiches a un bar que había cerca de la Torre de Belem. Cuando nos los hubimos comido fuimos a buscar un taxi, volviendo a pasar por la Plaza del Imperio.






Mientras buscábamos un taxi nos topamos con la famosa pastelería  que elabora los famosos pastelillos de Belem y, claro, no nos íbamos a ir de allí sin haberlos probado. Así que compramos una cajita para los 4......¡¡estaban deliciosos!!



(este es el de la vergüenza jejeje)

Cogimos un taxi cerca de la Plaza del Imperio y regresamos al centro. Cuando llegamos seguíamos con hambre, así que fuimos a buscar algún sitio para comer. Mientras comíamos decidimos que podíamos subir a la parte alta de Lisboa, pero, claro no andando, sino en tranvía. Como no habíamos investigado, no sabíamos que tranvía había que coger. Preguntamos a unos policías y nos dijeron que no nos recomendaban que cogieramos un tranvía común, pues era posible que saliéramos sin bolso. Así que volvimos a la Plaza del Comercio y compramos unos billetes para el tranvía turístico que salía desde allí. El billete nos valía para todo el día, podíamos bajar y subir donde quisiéramos.




 Cuando llegamos al Castillo de San Jorge, mi madre nos preguntó si queríamos bajar para ver las maravillosas vistas que había desde allí y, claro, para el ver el Castillo. Pero mi hermano iba dormido y yo estaba tan cansada que dijimos que no. Es una decisión de la que me arrepentiré eternamente. Cualquier día me planto en Lisboa para ver el Castillo.




Estando en el tranvía, en no sé qué momento, mi padre y mi madre empezaron a reirse. Yo les preguntaba que de qué se reian, pero no me contestaban. De pronto el conductor del tranvía paró del tranvía y nos dijo que nos daba unos minutos libres. Ahí comprendí: el pobre tuvo que limpiar el tranvía porque una pareja de italianos se  habían pasado de "tanto mangiare" y "tanta mozzarella". Mis padres se reian de esas dos frasecitas que se las decía una pareja a otra. Mi hermano y yo ni nos enteramos......











Cuando terminó el recorrido, volvimos por la Rua Augusto, hasta la Plaza de Pedro IV. Ahí hicimos unas cuantas compras. Luego continuamos por la Avenida de la Libertad hasta Marqués de Pombal y de ahí al hotel. Estábamos cansadísimos, pero no por lo que hubiéramos hecho o no este día, sino por las 6 horas de viaje que nos pegamos. El caso es que nos echamos la siesta porque queríamos haber bajado un rato a la Plaza del Comercio para ver cómo celebraban el Año Nuevo. Cuando mi padre se despertó de la siesta, fuimos a pasear por la zona donde estaba el hotel hasta que nos venció el cansancio y decidimos ir a cenar y después al hotel a dormir.









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