jueves, 17 de mayo de 2012

Viaje de fin de carrera. Crucero (séptimo día)


Séptimo día de viaje: Santorini

Santorini........ Mientras preparaba el viaje, Santorini era uno de los destinos que más ganas tenía de ver. Ahora no lo quiero ver ni en pintura.

Según el diario de a bordo, el barco fondearía la bahía de Santorini a las 8 a. m., así que Rakel y yo nos levantamos media hora antes para ver la llegada. Pero, al igual que pasó en Mykonos, cuando subimos a la cubierta Sun vimos que ya estábamos allí.



Bajamos a buscar al resto y nos fuimos a desayunar. Terminado el desayuno fuimos hacia la puerta para salir del barco. En Santorini los barcos no pueden atracar en el puerto, así que hay que ir desde el barco hasta el puerto en lanchas. No es muy aconsejable subirse en las lanchas justo después de desayunar. Que se lo digan a Inés y su "torrija de los horrores". Se pasó todo el trayecto en lancha diciendo: "ay, la torrija, la tengo ya en la garganta". Las demás no podíamos parar de reir.



Cuando preparamos el viaje, decidimos que estaría bien ir a ver el volcán y las aguas termales. Esa excursión se podía contratar en el mismo puerto sin ningún problema. Así que cuando llegamos al puerto de Skala, lo primero que hicimos fue ir a reservar la excursión. Eran las 9 y media de la mañana y el velero que nos llevaría hasta el volcán no llegaba hasta las 11, así que no sabíamos qué hacer. Pensamos en subir primero hacia Fira (Thira), pero dado que Rakel y yo no queríamos subir en teeférico porque le da miedo y teníamos la intención de subir en los famosos burros, descartamos la idea. Si hubiéramos subido, seguramente hubiéramos ido con prisas. Así que nos quedamos en el puerto dando vueltas, haciendo unas cuantas compras (Inés se compró una tarjeta para llamar a su casa desde una cabina, pero la tarjeta no funcionaba, por más que lo intentaba).








 
Así que nos sentamos a esperar el velero. A las 11, tal y como estaba previsto, subimos al velero que nos llevaría hasta el volcán y a las aguas termales.  Cuando toda la gente estaba ya dentro, se presentó la que sería nuestra guía durante la excursión: Xena, la princesa guerrera. Lo juro, era igualíta, aunque la trenza que llevaba se parecía más a la de Lara Croft, pero era Xena jaaaajajaja. Nos dijo que sólo iba a hablar en inglés, así que asumimos que no nos enteraríamos de mucho.



Nos pusimos en marcha hacia el volcán. Cuando llegamos allí, después de tener que saltar al menos 4 barcos hasta llegar al embarcadero, pagamos nuestra entrada (no recuerdo cuánto fue, pero fue muy poquito) y fuimos detrás de Xena. Bueno detrás no, íbamos a años luz de ella. Íba súper deprisa. Carmen y yo íbamos con calma, muy por detrás del resto del grupo. A mitad de camino, Cris e Inés se cansaron de ir
detrás de la guía y se sentaron en un banco a esperar a que regresáramos. El resto (Rakel, Carmen, Raquel y yo) continuamos como valientes. Si subí cuando era más joven el Teide, éste no se me iba a resistir XD.

Hacía un calor horrible. A medida que subíamos nos íbamos quedando sin oxígeno. Carmen y yo ya no sabíamos que hacer: no echábamos agua por encima, nos remangábamos los pantalones.  La princesa guerrera se iba parando de vez en cuando para explicar lo que se veía por el camino. Cuando nosotras llegábamos donde ella estaba, se ponía en marcha otra vez. No nos daba tregua, la tía.

Pero al final llegamos a la cima. Allí pudimos descansar un rato. Xena nos dijo que nos daba unos minutos y que después bajáramos para seguir hacia las aguas termales. En la cima, nuestra reportera intrépida intentó grabar un vídeo de las fumarolas. Pero se quedó en el intento XD.




















Tras un ratillo en la cima, comenzamos a descender la ladera del volcán. A medio camino nos encontramos con Cris e Inés y nos fuimos hacia el barco. Tuvimos que saltar los cuatro barcos hasta llegar al nuestro.
Desde allí fuimos hacia las aguas termales. El barco nos dejó a tomar por saco de las aguas y desde allí había que ir a nado. Xena nos dijo que nos daba sólo media hora.....¡¡¡media hora!!! pero por Dios, ¡¡media hora es lo que tardas en ir y volver!! Con ese plan yo decidí quedarme en el barco, ya bastante había andado en el volcán como para tener que nadar deprisa y corriendo hasta las dichosas aguas. Así que Rakel y yo nos quedamos. Las demás bajaron del barco y empezaron a nadar hacia las aguas termales.

Cuando estaban justo en el medio a Carmen se le ocurrió decir: "hay medusas, hay que tener cuidado" jajajajaja Cris casi se la come. Cris decía: "mirabas hacia un lado y a otro y todo estaba lejos y sólo se le ocurre decir que había medusas" jajajjajajaaj. Rakel y yo desde el barco contemplando la escena no podíamos parar de reir. Por fin las chicas llegaron a las aguas termales. Pero justo cuando llegaron, tocaron la sirena indicando que había que volver. Se bañaron en las aguas de milagro.







Estando ya todos a bordo del barco fuimos hacia el puerto de Skala: la excursión había llegado a su fin. Llegamos al puerto sobre las dos de la tarde y pensamos ¿y ahora qué hacemos? y alguien dijo una frase que nos marcaría para lo que nos queda de vida: "ya que estamos aquí, como no vamos a subir a ver Fira" Pardo fue la única que dijo: "anda, vámonos al barco, que ya lo hemos visto todo". Si la hubiéramos hecho caso, a mi aún me gustaría Santorini, pero no, decidimos ir a ver Fira.

A Rakel le daba miedo el teleférico, así que ella y yo íbamos a subir en burro hasta arriba. Eso sí, después de comer. Las demás se subieron en el teleférico y comieron arriba en una pizzería.






Rakel y yo comimos en el puerto y, después de comprar unas cuantas botellas de agua fría, nos pusimos en marcha. Pero..............cuando vimos esos burros, decidimos subir andando. Eran enormes, parecían caballos más que burros. No sabíamos qué era peor: el teleférico o los burros. Pero "ya que estábamos......", decidimos subir andando. 3 de la tarde, Santorini, al menos 50 grados a la sombra en el hemisferio sur (si si, en el hemisferio sur, porque en el norte, y más concretamente en Santorini,  hacía un calor horrible).

Para subir a Santorini hay, al menos 600 escaleras. Y, además, hay que tener en cuenta, que por esas escaleras suben también los burros.

Empezamos muy animadas; íbamos con buen ritmo. Cuando habíamos subido sólo dos tramos de escaleras, Rakel chilló. "Criss, que vienen los burros" y, acto seguido, empezamos a correr hacia abajo y nos pegamos tanto a los muros como nos fue posible. No he pasado más miedo en mi vida: pasaban los burros rozándonos. Total, que descendimos los dos tramos que ya habíamos subido, así que tuvimos que empezar de cero.

En marcha de nuevo, nos íbamos cruzando con un montón de personas que se compadecían de nosotras. La primera pareja que nos encontramos nos dijo: "up?", "yes" le dije yo. "Good luck" y ahí fue cuando pensé. "¡¡mierda!!". Otra pareja nos dijo que ellos habían subido andando y que tampoco se hacía tan largo, pero claro habían subido a las 8 de la mañana no a las 3 de la tarde.




(tuvimos que hacer un descanso.............estábamos reventadas)

Hacía demasiado calor. Yo me iba echando agua, igual que en el volcán, pero no era lo mismo. Cada vez el subir se hacía más pesado. Cuando nos faltaban sólo dos tramos de escaleras (nos quedaba ya muy muy poco para llegar arriba) nos tuvimos que parar en una de las curvas porque venían los burros y además había demasiada gente (¡¡gracias a Dios!!). El estrés y el calor hicieron mella en mi: empecé a sentirme muy mareada y sabiendo lo que iba a ocurrir me puse entre  Rakel y la pared  y me agarre a su cuello. Yo le decía: "Rakel agarrame por favor" "Rakel no me sueltes que me caigo, me estoy mareando". A mi se me estaba empezando a nublar la visión y empezaba a notar que no tenía fuerzas en los brazos. Rakel no me podía agarrar bien, pues había tenido un accidente un mes antes del viaje y no podía mover mucho un brazo. Intenté agarrarme más a Rakel, pero de repente todo se volvió negro.



Un rato después desperté en el suelo. Un italiano me sujetaba la cabeza, mientras otro me echaba agua encima. Lo primero que pensé fue: "me he desmayado" y lo primero que les pregunté fue si tenía algo en la cabeza. Me dijeron que no, que no me preocupara que estaba bien, que, por suerte, no me había golpeado la cabeza, sino que había dado con el hombro en el suelo primero, lo cual había amortiguado el golpe. Intenté incorporarme pero no me dejaron. Les dije que me encontraba bien. Me senté un rato en el suelo, mientras me abanicaban y me echaban agua. Cuando me levanté, uno de los italianos me agarró del brazo y me dijo que me acompañaba hasta abajo. Así lo hice, fui hablando con el hombre todo el camino en un italiano-español perfecto jejeeje. Menos mal, que el italiano y el español se parecen, si no......

Rakel, que llevaba un susto en el cuerpo tremendo, iba por detrás nuestra hablando con la mujer y el hijo del hombre que me acompañaba a mi. Como estaba achicharrada y no sólo eso, sino que se había pelado y se había vuelto a quemar encima, se iba abanicando (pues la escocía mucho). Yo la miraba y le preguntaba: "¿Qué tal vas?", "bien, bien" me decía. El italiano me miraba y me preguntaba si ella también se estaba mareando...."nooo, es que se ha quemado con el sol" le tuve que decir.

Cuando llegamos al puerto Skala me eché una botella de agua por encima para quitarme la paja del camino. Allí Rakel me contó que me había mareado justo cuando pasaban los burros y habían tenido que ponerse unos cuantos delante de mi para que no me pisara ninguno.

Hoy, esto es una anécdota más, pero aquél día lo pasamos fatal. Por suerte, todo se quedó en un susto.

Compramos unas cuantas cosas, mientras esperábamos a que viniera la siguiente lancha para ir al barco. Cuando ésta llegó nos subimos, deseando llegar ya al barco. Al bajar de la lancha alguien dijo: "uy que olor, alguien se ha montado en los burros", Rakel lo oyó e indignada le dijo a la mujer: "señora, mi amiga se ha mareado en el camino y se ha caido al suelo, así que si no le importa...." La mujer pidió disculpas. Yo entreé en el barco corriendo y le dije a Rakel que subiéramos corriendo las escaleras. Estaba deseando meterme en la ducha.

Cuando llegamos al camarote, me metí en la ducha con ropa incluida. Pero no lavé la ropa: me la quite y la dejé a un lado para lavarla. Al rato decidí no lavarla, me daba tanto asco que la tiré. Lo tiré todo, incluyendo el bolso y el bikini. Mientras me duchaba, Rakel fue a por un refresco para mi. Así que cuando salí de la ducha me tomé el refresco y me metí en la cama a descansar. Rakel llamó a la otra Raquel para decirle lo que había pasado (nos estaban esperando arriba para ver la ciudad), pero que no se asustara que estaba bien.

En ese momento, las chicas decidieron volver al barco.







Cuando Raquel entró en el camarote sola, Rakel se indignó. Decía que si a ellas les hubiera pasado nosotras hubiéramos ido a verlas. Yo, la verdad, es que prefería estar tranquilita y descansar. Por suerte no me había pasado nada: no me había golpeado la cabeza que es lo importante, no tenía ningún chichón ni nignuna herida. Esta bien, pero estaba cansada.

Un rato después vinieron las chicas a verme al camarote (justo cuando me estaba empezando a quedar dormida) y estuvimos allí charlando un rato. Raquel había ido mientras al salón Broadway para la charla que iban a dar sobre el desembarque del día siguiente (era ya nuestra última noche a bordo).

Esa tarde teníamos que hacer ya el equipaje. Nos íbamos al día siguiente y teníamos que dejar por la noche las maletas en la puerta del camarote para que se las llevaran. Un rato después,  Raquel vino con las pegatinas correspondientes para las maletas.

Cuando el equipaje estaba medio preparado nos fuimos a dar una vueltecita. Mientras subíamos las escaleras para dirigirnos a la galería de fotos llamé a mi madre para conrarle lo que me había pasado. La conversación fue un poco rara:

"Hola, mamá! ¿Qué tal?"
"Bien, ¿y vosotras?"
"Bien, llamo para contarte algo que me ha pasado hoy. No te asustes. Es que me he mareado subiendo a Santorini y cuando me he despertado estaba en los brazos de un italiano"
"¡¡¡Qué estabas en los brazos de un italiano!!!" (mi hermano que estaba en ese momento ceca de mi madre y oyó esta parte, pensó: jooooooer, que habrá hecho)
"Pero mamá, te digo que me he desmayado ¿y con lo único que te quedas es que me he despertado en los brazos de un italiano? Pero estoy bien, no te preocupes, no me ha pasado nada. No me he golpeado la cabeza ni nada por el estilo. Eso sí el susto ha sido grande".
 "Bueno, eso es lo importante. Mañana cuando llegues me cuentas con más detalle"
"Ok, chao"
"Hasta luego"

 Rakel y yo compramos las fotos que nos habíamos hecho la noche de gala. Despues fuimos a recepción a cerrar nuestras cuentas.



Después de cerrar nuestras cuentas, fuimos a por nuestro famoso aperitivo. Pero esta vez fuimos las seis.


Mientras nos tomábamos nuestro aperitivo, Inés y Cris no hacían más que decir: "pobrecitos burros, que pena me han dado cuando los he visto". Así un buen rato, hasta que las dije: " a mi pena ninguna, la que me daba pena era yo tirada en el suelo y Rakel preocupada". Cris decía: " si es que nos teníamos que haber venido al barco, es que somos unas Jaimitas, ¿a quién se le ocurre? A nosotras". Y tenía razón:  nos teníamos que haber venido al barco. Al rato empezaron a decir: "mira el lado bueno, te has despertado en brazos de un italiano". Empezamos a reirnos y a tomárnoslo como una anécdota más. Cris decía: "que asco de isla, lástima rayo le cayera y destruyera la mitad que queda" jajajajaja.

Después del aperitivo nos fuimos a cenar.

Cuando terminamos de cenar Cris, Rakel y yo nos fuimos a terminar de preparar las maletas. Raquel, Carmen e Inés se fueron al bar Rendez-Vous un rato.Rakel y yo ya estábamos dormidas cuando Raquel llegó corriendo al camarote para terminar la maleta. Siempre viviendo al límite. Dejó la maleta en la puerta cuando se las tenían que llevar jejeje.

Ya sólo nos quedaba un día de viaje. Había que despertarse temprano, pues teníamos contratada la excursión con el barco y no podíamos llegar tarde.






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