miércoles, 9 de mayo de 2012

Viaje de fin de carrera. Crucero (primer día)

15 de julio de 2011. Primer día de viaje. 

Tras meses y meses de espera, por fin llegó el día 15 de julio. Tal y como he puesto en el post anterior, nuestro avión salía de Barajas con destino a Atenas a las 13 horas. Íbamos en Ave hasta Atocha y, desde allí en metro hasta Barajas.

El Ave salía a las 7:55 a.m, por lo que habíamos quedado a las 7:30 en la puerta de la estación de Toledo, entre otras cosas, porque yo tenía los billetes. Todas, excepto Inés, llegamos puntuales. La desesperación empezaba a hacer mella en nosotras, pues veíamos que no llegaba y las agujas del reloj seguían avanzando. La llamé por teléfono y me dijo que no me preocupara, que estaba cerca de la estación y tenía todo bajo control. Así que yo le dejé a mi madre su billete y nosotras fuimos entrando. Rakel, había tenido un accidente un mes antes y no podía coger peso con el brazo izquiero, así que teníamos que ayudarla a subir la maleta al tren. De ahí que yo quisiera que fueran puntuales: no viajaba una única persona, sino que éramos 6, con una maleta cada una.

Al final Inés llegó un minuto antes de que cerraran las puertas del tren, pero lo importante es que llegó. Ya era un hecho: íbamos rumbo a Madrid para coger un avión que nos llevaría hasta la cuna de la democracia.


(Arriba, Raquel y Rakel; abajo, Cris y Criss. Detrás de Raquel se puede ver un trocito de Inés jejeje)


Tardamos media hora en llegar a Madrid. Cuando llegamos a Atocha, cogimos un tren hasta Nuevos Ministerios y desde allí el metro (línea 8) hasta Barajas. El trayecto se nos hizo bastante corto.

Llegamos a la T1 sobre las 10 de la mañana. Fuimos a buscar el mostrador de facturación de Pullmantur para ponernos en la fila, aunque aún quedase mucho tiempo hasta que saliera nuestro avión.

Estando en la fila, se acercó una azafata de Pullmantur para darnos las etiquetas que tendríamos que poner en nuestras maletas. En esas etiquetas teníamos que poner el camarote que teníamos asignado para que al llegar allí, ellos lo recogieran y nos llevaran la maleta hasta el camarote. Poco  después se nos volvió a acercar otra azafata y nos preguntó cuántas éramos. Le dijimos que éramos 6. Ella nos dijo que había un grupo de 6 que volaban en el vuelo de las 11 que llegaba con retraso y que si nos importaba viajar en su lugar. ¿¿Qué clase de pregunta era esa?? ¡¡Por supuesto que no!! Nosotras encantadas. Cuanto antes nos fuéramos mejor. Así, tuvimos que facturar corriendo y salir pitando para la puerta de embarque, pues el avión salía en muy poco tiempo. Llegamos sin aliento y, al poco, nos abrieron las puertas y bajamos a la pista para coger el bus hasta el avión.


En unas 3 horas y media estaríamos en Atenas (llegaríamos sobre las 3 y media, teniendo en cuenta el cambio horario). El vuelo fue  bastante movidito la verdad, no por el avión, sino por los pasajeros. En cuanto quitaron el piloto de "obligado llevar los cinturones puestos", los niños echaron a correr por todo el avión. Para colmo, nosotras: Raquel, Rakel, Cris y yo estábamos sentadas en la fila central (había tres filas:las de los laterales con dos asientos y la central de cuatro) pegaditas a los lavabos. En la mejor zona, vaya (irónicamente hablando).

Los niños no hacían más que pasar por el pasillito que había entre nuestras piernas y la pared (por llamarlo de alguna manera). Rakel (la de la mochila de florecitas), harta ya de los niños puso los pies en alto para que no pasaran. Fue un momento muy gracioso, porque los niños la saltaban y ella les decía: "vale ya" y, volvía a poner los pies, diciéndoles "ya no pasáis más por aquí". Como si eso les fuera a impedir seguir incordiando. Para colmo de males, había dos gemelos por ahí corriendo. Cuando Rakel los vió dijo: ¡Dios, y encima están repetidos!" jajajaa

Transcurridas las 3 horas y pico, el viaje llegaba a su fin, y ¡¡por fin!! comenzaba el descenso. Estábamos muy emocionadas. Tantos meses esperando y, por fin, estábamos en Grecia para disfrutar de un maravilloso crucero.

Cuando bajamos del avión, no tuvimos que preocuparnos de las maletas, pues los empleados de Pullmantur se encargaban de cogerlas y llevarlas hasta nuestros camarotes. Lo único que teníamos que hacer era ir hacia los autobuses que habían dispuesto para trasladarnos hasta el Puerto del Pireo, donde nos aguardaba el buque Horizon.


Cuando llegamos allí, antes de subir al barco, nos abrieron unas cuentas con las que nos manejaríamos dentro del barco. Me explico: en un crucero, dentro del barco, no se maneja dinero en efectivo. Te hacen una tarjeta con la que puedes hacer las compras que quieras dentro y además te sirve para entrar y salir del camarote y del barco. Es decir, te abren un crédito: todas tus compras te las cargan  a esa cuenta, incluyendo las tasas de servicio que hay que pagar. Nosotras preguntamos que si, en lugar de dar toda la fianza que nos pedían, podíamos ingresar las tasas y el dinero que costaba la excursión que íbamos a hacer con ellos. Pero, no se enteraban muy bien de lo que les decíamos y nos dijeron que preguntáramos en la recepción del barco. Así que entramos al barco y fuimos a la recepción. Allí, los recepcionistas nos dijeron que podíamos ir ingresando dinero en nuestra cuenta a medida que lo necesitáramos, pero que lo que si que teníamos que ingresar ya eran las tasas. Así que, ingresamos las tasas y el dinero de la excursión  de Atenas, aunque fuera la última.

Hechos todos los trámites, nos fuimos a comer (serían ya cerca de las 5 de la tarde) porque estábamos hambrientas.Subimos a la cubierta Platinum y nos dirigimos al buffett y ¡¡arrasamos!! jajaja


Cuando terminamos de comer, nos hicimos varias fotitos en cubierta y vimos desde allí cómo zarpaban otros barcos.



Después nos fuimos a nuestros camarotes. Rakel, Raquel y yo estábamos juntas en el camarote, e Inés, Cris y Carmen estában en el otro. Raquel quería ir a la piscina, así que nos fuimos al camarote y allí nos cambiamos. Aún no habían traido nuestras maletas, pero en el bolso de mano nos habíamos llevado los bañadores y ropa para cambiarnos, por si nuestras maletas tardaban demasiado.

Así pues, nos fuimos a la piscina. Rakel y yo nos tumbamos en las tumbonas, mientras Raquel se daba un baño.





Después de coger unas botellas de agua en el Cafe Plaza, nos fuimos al camarote para ver si habían llegado ya las maletas. Aún no estaban, así que fuimos a buscar a las otras chicas a su camarote para ir a dar una vuelta e investigar por el barco.

Hicimos un tour completo: piscina, bares, discoteca, biblioteca,  el restaurante donde más tarde iríamos a cenar (ojo, hasta que lo encontramos),...... Cuando hubimos recorrido el barco, volvimos al camarote. Ya iban llegando las maletas, excepto la de Rakel y Carmen. Raquel y yo nos pusimos a organizar nuestra ropa y demás cosas, mientras esperábamos a que llegara la de Rakel. Pero no llegaba y Rakel se iba poniendo cada vez más nerviosa. Raquel y yo salíamos al pasillo para ver si la traían. Como veíamos que no, fuimos a preguntar a un empleado del barco para saber si quedaban muchas maletas por subir. El hombre nos dijo que no y nos preguntó por la maleta que buscábamos. Le explicamos cómo era y fue a buscarla. Corría prisa, entre otras cosas, porque teníamos que ir a cenar en poco tiempo, y, sin la maleta, Rakel no podía cambiarse.
Pero, al rato, por fin, llegó la maleta. Nos preparamos y fuimos a buscar a las otras para ir a cenar.

Pero, antes queríamos ver cómo zarpábamos de puerto, así que nos subimos a la cubierta y le dijimos adiós al puerto del Pireo. Zarpábamos dirección Mykonos.





La cena se servía en el Restaurante la Condesa. Nosotras habíamos cogido el último turno: el de las 10 de la noche. Sin embargo, esa noche, cada uno podía ir cuando quisiera. Cuando llegamos, había un montón de gente cenando. Nos sentaron en una mesa y pedimos la cena.

Cuando hubimos cenado, fuimos a la discoteca, para ver que "se cocía" allí. En el ascensor, nos topamos con dos mujeres (mayorcitas ellas) muy marchosas. Una le dijo a otra: "mira estas pimpollitas se van a la discoteca" y, acto seguido, nos dijo: "esperadme que dejo a la vieja en el camarote y me voy vosotras a menear un poquito el esqueleto" Se puso a bailar en el ascensor!!!!! Nosotras nos meábamos de la risa .

Nos sentamos en un rincón donde no nos pudieran ver. ¿Por qué? Pues porque estában haciendo un espectáculo y sacaban a la gente y, claro, nosotras no queríamos que nos sacaran al escenario jejeje. Pero cuando vimos que se acercaban los animadores por nuestra zona, muy disimuladamente nos cambiamos a otro sitio.

Cuando el espectáculo finalizó, pusieron música y nos animamos a bailar en la pista de baile.


Cansadas de tanto baile, y sabiendo que teníamos que madrugar para visitar Mykonos al día siguiente, fuimos un ratito a cubierta para ver cómo navegábamos y luego nos fuimos a dormir.


El primer día habia transcurrido sin incidencias, pero.................................sólo era el principio.














1 comentario:

  1. Chicas, cuando leáis este post, por favor, decidme si algo no era así. Es que tengo algunas lagunillas. Creo que todo sucedió así, pero claro yo sólo sé lo de un camarote jejejeje

    ResponderEliminar